las horas pasaban lentamente,
sin tocarle, a su vera:
como si corriendo, el mundo se le presentara incuestionable,
desnudo, para él.
flexible, se conocía limitado
y amaba las particularidades ajenas;
sabiéndose transitorio,
no demandaba más que la felicidad azarosa de unos minutos robados al día,
tan fáciles por inesperados,
tan complacientes, tan sosegados.
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