Existen parejas que comen juntas. Algunas lo hacen en silencio. Comparten el tiempo de sus secretos. Son petrificadas formas encantadas por un mago pasajero. Se otorgan lo más precioso: su más íntima y cómoda cotidianeidad. Han agotado todos los recursos contra la abulia, no se miran, derrotados. Descansan el uno del otro en soledad. O reposan de toda una vida consigo mismos, acompañados.
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