Por un momento dejó de pensar. O casi. Sólo percibía el latido de su aliento, el tacto de su silueta, el olor de su calor y así, con el zumbido natural de tantas generaciones, se dejó caer en la oscuridad. Un instante, sólo por un instante, dejó de ser ella, para ser o ser con él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario